Me ha encantado esta película. Me gustó la historia, los personajes, la fotografía, la música, el Taj Mahal, Mumbai, los trenes, la alegría, el presentador del concurso, los niños y hasta los títulos finales. Todo.
Todo, menos que aún hoy sea necesario hacer películas así para que podamos ver que la miseria domina a sus anchas este planeta. Me gustaría más si fuera ésta una histórica pretérita, caduca, que documentara un triste pasado que no volverá.
No puedo evitar recomendársela a todo el mundo, pero en especial a las ONG (sin D) y a las asociaciones de todo tipo – en especial religiosas - que viven de vender la imagen de pobres niños muriéndose de hambre y llorando. A los que creen que la pobreza es un don divino. A los que piensan que el sufrimiento es lo que nos ha tocado. Y aún pon encima tienen la desfachatez de vivir de eso. Me ponen malo.
No. El mundo no es un valle de lágrimas. Es un paraíso vibrante donde estamos obligados a disfrutar, reir, sentir y jugar. En definitiva vivir. Y eso lo hacen los niños en Galicia, en el Sahara, en Tanzania y en la India. Porque en eso son todos iguales. La tristeza es que su futuro se lo arrebatamos un puñado de sinvergüenzas occidentales con nuestras políticas “ombligonales”.
No estaría mal un pacto con el sur… Nosotros ayudamos al desarrollo y ellos ayudan a encontrar la felicidad. Igual saben más que nosotros. Porque el dinero no la da.
Y si no, vean Slumdog Millonaire.
2 comentarios:
Y además ha servido para algo más...
http://www.canalsolidario.org/web/noticias/noticia/?id_noticia=10906
Lalo, esta crítica podía habérmela encontrado perfectamente, por ejemplo, en Fotogramas... ¡qué pluma! (de escribir claro)
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